ENCUENTROS CON EL MÁS ALLÁ

RAYMUNDO AXOLOTL

¿Hay vida después de la vida? Nadie puede asegurarlo, como nadie puede negarlo, pues cuando el excepticismo parece haber ganado, la credulidad se aparece para hacerlo dudar y volver al origen del dilema. En cierta ocasión, platicando con una apreciada amiga, esta me comentó de su experiencia con el más allá. Mi amiga no es una persona a la que pueda considerar mística o dada a la superchería, pues su formación académica y como profesora lo impediría. Mira, me dijo, esto que te voy a contar me sucedió cuando los muros de la escuela, de la que soy ditectora, aún estaban alabrados. Era la hora de salida del turno matutino. Asomándose por el alambrado se encontraba Kevin, un exalumno que había sido expulsado por su mal comportamiento. Me acerqué para preguntarle qué se le ofrecía. Este me saludo amablemente. Su rostro se miraba iluminado, de tal manera que me hizo exclamar: ¡Te ves muy contento, Kevín! Sí maestra -me contestó éste-. Esque voy a retomar la escuela y a ponerme a trabajar para dejar los malos pasos. Eso está bien, Kevín. Se despidió de mí. Lo vi alejarse, contenta de que mi exalumno hubiera tomado tan positiva decisión. Cuando regresaba a mi oficina, una maestra se me acercó diciéndome: Maestra, ¿sabía usted que mataron a Kevín? Le contesté que eso no era verdad, que yo acababa de platicar con él. La maestra, sorprendida, me rspondió: Es cierto lo que le digo, ya tiene dos días que lo mataron. De hecho yo voy a ver a su familia haber qué necesita. 
Mi amiga terminó su historia, interrogándo: ¿Cómo puedes explicar eso? 

Realmente es inexplicable, pero que sucede sucede. Como la vez en aquella en la que me encontré a un amigo de la infancia esperando sobre la avenida. Tenía bendado el abdomen. Conversamos unos segundos, luego se despidió de mí para alcanzar el camión que lo llevaría a su trabajo. Cuando regresé a mi casa ya se encontraba mi amigo Julián, quien al verme llegar exclamó: ¡Tenemos que irnos a Chincocuan; murió Luis al chocar el auto en el que viajaba! Le contesté que dejara de bormearme porque yo había visto al difunto haría unos minutos y hasta lo había saludado. Julián me respondió que no era ninguna broma, que en verdad Luis había muerto.

Alguien algún día me comentó que nuestro encuentro con los muertos era posible, ya que mientras el cuerpo se degrada un un período más corto, nuestra alma tiende a hacerlo durante mucho más tiempo, y que incluso podrián transcurrir siglos. Uno de mis hijos, que es físico, me comentó que eso es factible ya que nuestra alma está compuesta de matería pensante, la cual puede seguir existiendo en un plano distinto al que habitamos, que tiene que ver con la teoría de los mundo paralelos. O sea que podemos renacer en otra parte del universo, en otro planeta, en otra dimensión del infinito.

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