ENTREVISTA IMAGINARIA A RAYO DE JALISCO


Por Raymundo Colín Chávez

Han transcurrido 48 años desde aquella ocasión en mi infancia, usted ya está muerto y yo sigo vivo, pero permítame hacerle algunas preguntas para despejar la incógnita que me persigue desde entonces. ¿Cómo llegó a aquel montículo de grava frente a la casa de doña Mari?
Francamente no lo sé… Terminando de luchar en la arena Azteca de doña Esthercita León de Moreno, nos trasladamos a libar pulque a la casa de un amigo en la colonia Aurora. Cuando me despertaron, la verdad me sorprendió estar sobre aquella grava.
Al salir de casa vi a Jorge y a David ayudándole a incorporarse a la vez que le hacía preguntas, bajo la mirada severa de doña Mari y don Candelario…
Sí. Me preguntaban que quien era yo y en dónde vivía. Yo les dije que era el Rayo de Jalisco, que por favor me llevaran a abordar un taxi.
Lo recuerdo, luego les dijo que sí lo conducían a abordar un taxi les daría dinero.
Los jóvenes aceptaron y sujetándome los brazos me arrastraron entre la noche. Primero cruzamos un mercado…
El mercado de la Romero.
Después atravesamos una avenida que divide a Neza con el DF.
La avenida Texcoco…
Hasta que me vi sobre la avenida Zaragoza, solicitando a los jóvenes detener un taxi para subirme a éste e irme a casa.
¿Es cierto que usted le regaló su reloj a Jorge?
No, él me lo quitó. No le dije nada para no provocar algún pleito, del cual podría haber salido herido alguno de sus amigos.
Sí, me lo imagino, siendo usted Rayo de Jalisco, un luchador excepcional. Oiga, una pregunta ¿qué sintió cuándo Blue Demon le ganó la lucha y tuvo que quitarse la máscara para revelar su verdadera personalidad, como Máximo Linares Moreno?
Sentí chiquito el mundo, encuerado frente a todos para mi vergüenza. Odié al Blue. Miren que volver de su retiro para apalearme y dejarme en ridículo. Pero con el tiempo lo razoné y me dije que la lucha como la vida misma tiene triunfos y derrotas.


Volviendo al tema, ¿Cuándo regresamos a casa Jorge sacó una cartera de su bolsa, diciéndonos que usted se la había dado…?
¡Condenado muchacho, con razón cuando quise pagar al taxista, no estaba en mi bolsillo! Tuve que darle la cruz de oro que me regaló el Santo.
Pero para su consuelo, el gusto por la cartera y el dinero no le duró mucho a Jorge, su papá se la quitó luego de propinarle una golpiza… A mi hermano Marcelino y a mí nuestra madre nos azotó con el cordón de la plancha. Pero la verdad, esa experiencia me marcó toda la vida, pues al ver la avenida pavimentada, con árboles a su alrededor, supe que la realidad de Neza no era absoluta, que había otros lugares en donde la existencia era más bonita y mejor.
¡Qué bueno muchacho, qué bueno!
Pero ahora dígame, ¿qué fue hacer a esas horas de la noche a la casa de doña Mari?
La verdad, fui a buscar a Berthita.
¿A la hija de doña Mari?
Sí, a Berthita, a la cual conocí cuando el Cavernario Galindo me arrojó sobre las gradas y ella me ayudó a levantarme, diciéndome: “¡No te dejes Rayo, vuelve al pancracio y chíngatelo!”.
¿Berthita? ¿La persignada y mojigata hija de doña Mari, la que se casó con un beato al cumplir cincuenta años?
Si no la hubiera ido a buscar esa noche… seguro estaríamos casados… Pero mi impertinencia lo cebó todo.
Al momento en el que doña Mari le preguntó que hacía en la grava, se lo hubiera dicho.
Berthita me lo prohibió, advirtiendo qué si su madre se enteraba de mis propósitos con ella, me agarraría a escobazos.
Una llave china o un candado la habrían tranquilizado.
Hacerle eso mi suegra, ni pensarlo. Bueno ya me retiro. Tengo una lucha máscara contra cabellera con el Perro Aguayo al rato.
¿A poco allá donde está también les gusta la lucha libre?
Sí. Con decirle que al Santo ya hasta lo canonizaron. Agradezco sus atenciones esperando que sus incógnitas hayan sido despejadas.
¿Pero cómo Berthita? Todavía doña Mari, sería más creíble.
Para que usted lo sepa, esa noche en que conocí a Berthita, ¿de quién cree que se hacía acompañar?
¿De doña Mari?
De doña Mari y de don Candelario.
Caras vemos, corazones no sabemos.
Máximo Linares Moreno, más conocido como El Rayo de Jalisco, falleció a los 85 años de edad el 19 de julio de 2018, también fue protagonista en las películas "Superzam El Invencible" (1971), "El Robo de las Momias de Guanajuato" (1972), "Vuelven Los Campeones Justicieros" (1972) y "El Triunfo de los Campeones Justicieros (1974)". Esta entrevista se realizó bajo el influjo de los recuerdos y los recuerdos, una noche cualquiera a las afueras de Comala.


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