ENTREVISTA
IMAGINARIA A EDMUNDO VALADÉS
Por
Raymundo Colín Chávez
De
impecable traje color gris, con su paso lerdo pero seguro, trepando las
escalinatas del Museo de Arte Carrillo Gil, veo venir al escritor y periodista
Edmundo Valadés, autor de uno de los cuentos más importantes escritos a
mediados de los años cincuenta del siglo XX pasado, que lleva por título “La
muerte tiene permiso”, y propulsor de la revista “El Cuento”, que fue publicada
de 1939-1999.
Maestro
¿Cómo está? No lo había visto desde su caída durante su discurso frente al
innombrable…
Un
pequeño infarto… pero véame con la felicidad que da el santo sepulcro.
Sí,
lo veo muy contento, maestro. Pero antes de comenzar la entrevista déjeme
agradecerle el gesto cuando aquel pelafustán hizo bolita mi cuento y lo arrojó
a la basura. Usted le dio cachetada con guante blanco y con su siempre puntual
análisis hizo que el acto intolerante de aquel fulano quedara como bárbaro.
Como
bien lo dice, fue un acto intolerante.
Entrando
al tema. Maestro, desde hace unos años algunos blasfemos vienen declarando la muerto
del cuento ¿qué piensa de ello?
Está
más vivo que nunca. El cuento es eterno. Siempre habrá quien los cuente o los
escriba, porque de cuentos está hecha la humanidad.
Eso
bien lo sabe él que publicó durante 60 años la revista “El Cuento”, que fue un
parteaguas de las publicaciones literarias en Latinoamérica y el mundo…
Sí.
En ella publicaron autores de la mayoría de los continentes, de la talla de
Julio Cortázar, Augusto Monterroso, Avelí Artís-Géner, Juan Rulfo, Max Aub,
Juan Goytisolo, Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges… En fin, un mar de
escritores.
La
revista “El Cuento” fue una de las revistas más importantes de la pos guerra,
dice Ana Casas, cause idóneo del cuento breve y del renacimiento del cuento de
los años 50 y 60…
Ayudó
en mucho en su difusión y en ser albergue de nuevo cuentistas.
Maestro
Edmundo siendo usted un hombre de letras, crítico de situaciones sociales ¿por
qué aceptó discursar en un evento de vanagloria para el innombrable?
Soy
hombre instituciones. Si te das cuenta la mayoría de mis contemporáneos por más
críticos que fueran siempre estuvieron ligados al gobierno de una u otra
manera. Ahí tenemos a Octavio Paz, quien con todo y berrinche por la matanza
del 68 en Tlatelolco siguió recibiendo bondades del régimen. Me invitó el señor
presidente a discursar y yo no me negué a hacerlo.
Y
qué le da el infarto…
Sí,
a mitad del discurso me desvanecí.
Estuvo
convaleciente varios meses hasta que regresó al Carrillo Gil a seguir impartiendo
su taller…
Era
un compromiso con mis talleristas y las autoridades del museo. Aunque a las
pocas semanas, ya ves lo que me ocurrió.
Se
murió maestro, se murió…
Me
morí, y heme aquí charlando. La muerte me recompuso para seguir escribiendo
cuentos y más cuentos.
¡Qué
felicidad! ¿Cuándo veremos publicado su próximo libro, maestro?
Espero
que no sea una eternidad. Aunque tú ya me has dado una bendita idea para
titularlo: “No ha muerto el cuento, ni morirá”
¡Perfecto
para los pedantes que han declaro su pronta desaparición!
Bueno,
te dejó, quedé verme con Carlos Fuentes y José Emilio Pacheco para tallerear un
par de escritos con Juan José Arreola.
¡Qué
le vaya bien y siga igual de contento, querido maestro Edmundo Valadés!
El
sonorense y autor del “Libro de la imaginación”, como escribió una vez Julio
Cortázar en “La vuelta al día en ochenta mundos”, se introdujo entre las
cortinas del aire a encontrarse con la perennidad.
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