PLANETA ERRANTE
RAYMUNDO COLÍN "AXOLOTL"
I
Cóatl
fue hecho por un dios para nosotros y que pretendiéramos imitarlo fue el
comienzo de su destrucción. ¡Estúpidos! Empezamos extrayendo de este todo lo
que creíamos necesario para nuestra sobrevivencia, de manera excesiva hasta
agotarlo. Luego, cometiendo otra pendejada, creyendo que podríamos recuperarlo
usando nuestra súper tecnología, alteramos sus climas, sus procesos bioquímicos,
atómicos y celulares, detonando lo contrario a nuestras perspectivas, hasta que
un afán de supervivencia, intervenimos a la especie misma para adaptarla a las
nuevas condiciones, procreando múltiples sub especies, a las que tuvimos que
aniquilar totalmente, en una guerra que terminó secando a Coatl, quedando a
merced de los cibers, quienes acabaron por enjuiciarnos y lanzarnos del
planeta, a una errancia que ya ha cumplido siete siglos.
Son
miles de millones de kilómetros de universo los que hemos recorrido,
enfrentando todo tipo de peligros cósmicos, y a civilizaciones que pensábamos
no sabían de nosotros, pero que inmediatamente que nos avistaron y
reconocieron, nos repelieron con armas o términos legaloides de emigración, que
en todo caso nos negaban el derecho a aterrizar a los planetas encontrados;
permitiéndosenos solo abastecernos de lo necesario para continuar nuestro viaje,
para después alejarnos los más rápido posible bajo la amenaza de liquidarnos si
no lo hacíamos.
-Ustedes
están considerados unos depredadores peligrosos. ¡Imposible que permitamos que
se arraiguen entre nosotros! No dijo un alto funcionario de un planeta a las
faldas de la Vía Láctea, al que se le dio la encomienda de vigilar nuestra
permanencia para lo estrictamente necesario, para luego echarnos a como diera
lugar.
Algunos
altos mandos de nuestra expedición, razonando ególatramente con superioridad,
pensaron en tomar por asalto el planeta, aniquilando a los que se opusieran,
para después construir una colonia coatla ahí. Pero pudo más la prudencia del
Almirante Mayor, quien tuvo que pasar por las armas algunos de los ególatras,
para restablecer el orden y posteriormente acatar las disposiciones que los
gobernantes de aquel hermoso y natural planeta nos habían dado. Agradeciendo su
hospitalidad.
-No
sé cómo pudo dispersarse la noticia de nuestras estupideces hasta aquí, pero lo
bueno es que nos permitieron abastecernos hasta que encontremos otro planeta
donde volver a hacerlo.
Comentó
el Capitán General. El Almirante Mayor le contestó:
-Es
un enorme estigma el que pesa sobre nosotros, que para borrarlo tendremos que
hacer un esfuerzo inaudito, hasta que acepten dejarnos establecer en algún
planeta civilizado o uno primitivo, para desarrollar de nuevo nuestra
civilización, sin que se nos persiga para destruirnos. Nuestro pecado es muy
grande, capitán, muy grande.
El
capitán General asintió con la testa, sin dejar de mirar a la pantalla donde se
observaba el planeta anfitrión alejándose de nosotros. Pobre humanidad, pobre
civilización coatla, por creerse dueña absoluta de aquella tierra, por sentirse
dios, estaba destinada a vagar, tal vez cientos de años más, para hallar la
casa prometida donde descansar su vida errante.
II
Los
últimos informes que se tienen de Coatl, es que los cibers pusieron alrededor
de este, un escudo energía oscura, que no permite a nadie contemplar lo que
sucede ahí. Pensando, a lo mejor, en que si nos percatamos de su progreso en la
recomposición del planeta, queramos regresar a posesionarnos de éste. Si bien
los cibers no pueden sentir como nosotros, si le heredamos una inteligencia
capaz de predecir las contrariedades de las que somos capaces. La ambición
desmedida que corroe nuestro corazón; nuestra debilidad instintiva y nuestra
inclinación al mal. Mas nos intriga no poder saber qué está sucediendo ahí, qué
están haciendo que no desean que nos enteremos ¿Acaso es algún infernal proyecto,
de lo que nosotros sus creadores, tengamos que arrepentirnos? ¿Estarán
reeditando nuestros errores, vicios y pendejadas?
La
curiosidad es tanto, que el Almirante Mayor está preparando una expedición de
observación a Coatl, que tardará un par de años en desplazarse, para traernos
información fresca de lo que sucede detrás de ese campo de fuerza oscura. Al
frente de la expedición han puesto a mi hermano Atl, un impetuoso muchacho de
102 años, que nación cerca de una estrella enana de la galaxia renacuajo.
Es
un guerrero formidable capaz de enfrentar a los cibers el solo y vencerlos.
Aunque la expedición no es con el afán de guerrear, el Almirante Mayor, sí se
ha dado a la tarea de elegir a los mejores guerreros de la nave nodriza y a
alguno pocos de las naves parásito, por si los cibers atacan, puedan
enfrentarlos y escapar con la información necesaria, que es el objetivo
principal de la misión.
-No
te preocupes, padre, volveré sano y salvo de la misión.
-Eso
espero, tengo confianza en que así será.
Mi
padre está preocupado por la misión, conociendo a los cibers, seguramente estos
la atacarán en cuanto la tengan a la vista, o la perseguirán, cuando se enteren
de ella, para no permitir que se acerquen siquiera un metro a Coatl.
A
mí también me preocupa la misión, pero no por lo que mi padre se preocupa, sino
porque pienso que los misioneros pueden reditar en su corazón el antiguo
sentimiento de pretender posesionarse de lo que creen alguna vez fue suyo; de
pretender asaltar el planeta con todo el arsenal moderno del que fueron
dotados, sin pensar en que los cibers, a lo mejor, posiblemente, ya han
fabricado mejore armas que las que poseemos, y si algo han hecho de bien en
Coatl, reviertan el proceso y en venganza, nos persigan por los siglos de los
siglos.
Despido
a mi hermano Atl antes de que nave parta para sumergirse en la inmensidad
cósmica, deseándoles buen viaje y un retorno satisfactorio.
III
Se
ha corrido el rumor, de que en una de las naves parásito, se han encontrado un
par de mujeres polizontes. La curiosidad en la nave nodriza por verlas se ha
exacerbado. Millones de kilómetros que no se sabía de una de ellas, es por eso
que su aparición pública se espera con ansia y revuelo. Se dice que son unas
amazonas de más de dos metros de altura, que sostenían un panal de zánganos a
su servicio procreados de manera natural. Esto es algo extraordinario, pues
desde que en Coatl se abolió la obligación de procrear por parte de las
mujeres, dejando a los hombres la responsabilidad de preservar la especie, es
decir, de inseminación y maduración del feto en su cuerpo hasta su nacimiento,
no se había visto un solo caso de parto de una mujer, y eso ya tiene cientos de
años.
El
logro de procreación por parte del hombre no es producto de una concesión
varonil, sino fruto de las acciones de millones de mujeres cansadas de cargar
con esa obligación; de ver como sus
cuerpos se deformaban durante el embarazo y la procreación. Primeramente
realizaron movilizaciones multitudinarias, posteriormente, fundaron partidos
para hacerse del poder, y una vez que lo obtuvieron, llevaron a cabo las
reformas necesarias a la constitución coatlense para establecer los articulados
donde al hombre se le hacía responsable de la preservación de la especie.
El
cambio provocó revueltas varoniles que dejaron miles de ciudades incendiadas y
mujeres asesinadas, pero con el mando en sus manos, las mujeres se impusieron
logrando con ello controlar las revueltas. Luego, para que no se volvieran a
dar dichas revueltas constituyeron un ejército de amazonas vigilantes de que se
cumplieran las nuevas reglas decretadas. Amazonas como las que están a punto de
presentarse ante la opinión pública de la nave nodriza.
-Las
últimas amazonas que vi fueron las que los cibers ordenaron ejecutar frente a
las masas. Eran la última resistencia femenina que intentó repeler su ataque.
Fue como escarmiento para todos los gobiernos femeninos que negaron a acatar la
rendición. Las mujeres combatieron con valentía hasta donde los cibers dejaron
que lo hicieran, pero sucumbieron a su poderío.
Papá
conoce bien la historia, ya que era secretario particular de una de las
presidentas del Norte. Por ello estuvo al tanto de todo el proceso de
rendición, y antes, del proceso de desapego procreativo, como se le llamó a la
legislación en la que la mujer cedió el derecho de procreación al hombre.
Papá
cuenta historias que podrían parecer concebidas por la imaginación y la
fantasía humana, acerca de mujeres que se hicieron operar para transformarse en
hombres y de hombres que haciendo lo mismo se volvieron mujeres. De hombres,
que ante la incapacidad biológica de poseer lo necesario para la concepción, se
hacían implantar úteros en la espalda, o en el pecho. De mujeres favorecidas
con hasta tres penes, que una vez saciados sus instintos sexuales, degollaban o
destazaban a sus parejas. La medicina adaptada se fue a la alza obteniendo
billones y billones dólares; al igual que la industria de la procreación. Todas
las empresas y negocios alrededor de esta nueva modalidad humana progresó inconmensurablemente.
Al igual que el mercado negro y libre de renta de úteros naturales, modificados
o ingertados.
Hubo
hombres y mujeres con hasta tres úteros de los ya mencionados, que cobraban
rentas onerosas para albergar a los productos durante toda la incubación. Ya
sea de nueve, de siete o de tres meses; este último logrado por el avance
científico de la medicina de la procreación.
En
el caso de los roles familiares, el intercambió se dio de manera natural. La
mayoría de los hombres, una inoculados del sentimiento paternal, se dedicaron a
las labores del cuidado de los niños y el hogar, y las mujeres a proveer todo
lo necesario, bajo la resistencia de algunas de ellos, que añoraban los años en
los que los hombres les cedían el asiento, pagaban las cuentas del restaurante
o del lecho amoroso, o se hacían cargo de la economía familiar. Y decían estar
dispuestas a regresar a la historia vieja, para volver al mundo como era antes.
Pero su añoranza conservadora no tuvo eco y terminó por establecerse en Coatl,
una dictadura femenil que fue sofocada por los cibers. Como un desesperado
recurso de sobrevivencia ante ellos, las mujeres decidieron lanzar al cosmos a
la nave Nodriza y sus naves parásito, tripuladas solo por hombres para salvar a
la especie. No se sabe por qué, pero esto es lo que decidieron las mujeres.
IV
En
las pantallas se miran a las amazonas al lado del Almirante Mayor. Su estatura
y complexión asombran e intimidan. Su musculatura y esos ojos grandes y azules
en su rostro recio y dominante. Mientras se afinan los preparativos para su
comparecencia, en los cintillos televisivos se anuncia su procedencia y
nacionalidad, el grado de estudios, su jerarquía militar, y algo por demás
morboso: el tanto de zánganos procreados por ellas de manera natural, que suman
decenas, en varias generaciones.
Una
vez que se concluyen los preparativos, el Almirante Mayor comienza a hablar:
-Estimados
coatlas de esta tribuna del alto consejo de nuestra expedición, les presento a
estas amazonas, que formaron parte de la dictadura femenina de nuestro tan
añorado planeta. Ambas han declarado libremente ser del Mayab, contar con 200
años de edad, tener un grado científico físico-biológico y el grado militar de
teniente. También nos han dado a conocer el número de zánganos procreados por
ellas, que suman 300, los cuales se encuentran aislados en separos dispuestos
por nosotros para su observación y atención.
Cabe
añadir que el procedimiento de sometimiento de estas polizontes fue con todo el
respeto a nuestros derechos legales de nuestra especie. Que no han recibido
maltrato alguno y que han sido asistidas de manera noble y humana.
De
igual manera, quiero hacer patente que de los 300 zánganos contabilizados y
procreados por estas amazonas, existen 50 del sexo femenino, las cuales
pondremos a resguardo, dado que tiene el gen de la procreación natural, y no
queremos que nos contaminen o contaminen a alguno de nuestros padres.
Una
vez dado los pormenores del asunto a tratar, cedo la palabra a una de las
amazonas de nombre Xo, para que exponga a conveniencia y ante el consejo y ante
ustedes, lo que en razón dispongan.
La
amazona, sin bajar la mirada y relajando el gesto, comienza a hablar:
-Nosotras
fuimos comisionadas por nuestros altos mandos para acompañar esta misión
errante, en su búsqueda de un nuevo hogar para nuestra especie. Además de estar
al tanto de la misión y de informar a los altos mandos de todo lo que suceda
durante la expedición, se nos ordenó establecer un regimiento de hombres y
mujeres naturales, a los cuales adiestraríamos para cumplir diversas
encomiendas militares, que tienen con los propósitos engendrados por nuestros
altos mandos. Pero desde hace años perdimos el contacto con nuestros altos
mandos, pero decidimos abortar la misión en espera de nuevas órdenes.
-Pero
¿cuál es el fin último de su misión?
Pregunta
el Almirante Mayor. La amazona de nombre Me, responde:
-Nuestro
fin último en la misión aún no está determinado, pero hasta el momento hemos
cumplido con todo lo que la teniente Xo ha mencionado, Estamos en la espera de
nuevas instrucciones… Con lo que respecta a nuestra estadía aquí, nos hemos
apegado a la constitución coatla, en la que se señala que toda misión dentro o
fuera del planeta, encomendada por el alto mando, antes o después de su
mandato, tiene que ser respetada y apoyada por todo gobierno o comunidad
coatla, dentro o fuera de nuestro planeta… Es así que exijo se respete nuestra
constitución.
Una
vez dicho esto la amazona, el consejo comenzó a murmurar. Después de un breve
lapso de tiempo el Almirante Mayor dijo:
-Los
nobles y pacíficos miembros de este consejo, fieles a nuestra constitución
coatla, hemos decidido aceptar la apelación de las tenientes mayabenses. Se
respetara su misión, siempre y cuando, como también lo dicta nuestra
constitución, no afecte o sobrepase las normas establecidas para nuestra buena
convivencia, y se les asumirá con sus rangos en la estructura militar de
nuestra sociedad, con la encomienda de respetar los mandos de este supremo
consejo, como de igual manera lo señala nuestra constitución, en espera de que
reciban nuevas instrucciones del mando coatlense, si es que aún existe, bajo la
reserva de que lo comunicara a este supremo consejo, al cual se deberán. En
caso de que decidan no acatar o violar las disposiciones aquí legisladas, serán
fusiladas inmediatamente. Hágase saber que esto es ley.
Fue
así como las amazonas y sus zánganos, fueron agregados a nuestra sociedad
errante, con las consabidas repercusiones que se tuvieron tiempo después.
V
El
Almirante Mayor y el consejo supremo me han nombrado rector de las amazonas y
sus zánganos. No sé si tomarlo con humor o como una desgracia para mi formación
como líder. Más, sin embargo, acepté el encargo, sabiendo que si me negaba me
enviarían al sótano a limpiar máquinas y motores. Mi padre se satisfizo de mi
nuevo cargo, diciendo que era de responsabilidad, y que lo debía atender con
precaución y diligencia. Mi padre es un sabio dando consejos, y cada que los
asumo algo bueno llega a mí.
La
teniente Xo, es una mujer de arrestos, quien tiene ataques de ternura que ni
ella misma puede contener. Lo que más llama mi atención de la teniente, es su
grado de disponibilidad para el acto sexual. Lo entiende y lo acepta a través
de una mirada de alguno de sus zánganos, que por lo regular la buscan para
saciarse con ella, como si fueran maniatados de esa manera.
-¿Me
permite un momento, rector?
Me
dice para acudir a donde el zángano la espera, que, sin importar mi presencia,
realiza con ella la cópula. Una vez satisfecho, el zángano se marcha,
dejándonos solos.
-No
se incomode rector, que la sexualidad es lo más natural que poseemos los
coatlenses…
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